Se ha hablado del orgasmo como experiencia cumbre,
culminación de la excitación, unión con lo universal, etc.
Para algunas personas es todo eso y más. Para otras sólo
se llega a encender la chispa. Es difícil definir el orgasmo
en hombres y mujeres, ya que es una
experiencia individual, subjetiva y propia.
Si un hombre espera fuertes contracciones o gritos de la mujer,
como si estuviese fuera de sí, en la práctica, esto no se da.
Puede creer que algo marcha mal o que su actuación no ha sido buena, pero se equivoca.
Si la mujer espera fuertes alaridos, movimientos musculares bruscos
y estos no tienen lugar, puede pensar que no gusta lo suficiente a su compañero.
Entonces puede simular, y sobre todo, no disfrutar.
Pero se equivoca nuevamente porque no por ello la relación va a dejar de ser placentera.
La palabra orgasmo viene de dos términos griegos: “orgasmos”, que significa madurar, aumentar, llenarse de deseo, y “orge” que significa impulso.
Los orgasmos pueden ir de intensos a menos intensos, pero ni unos ni otros indican más intensidad o placer.
Existen cambios fisiológicos debidos a la edad.
Y una interpretación errónea nos puede llevar a la preocupación y al sufrimiento.
Por ejemplo, el tardar más en la excitación puede producir malas interpretaciones
del tipo "soy impotente" o "soy frígida".
Sin embargo, al conocer estos cambios se pueden descubrir
más ventajas en la vivencia del placer.
La manera de tener un orgasmo es permitirse sentir placer,
experimentar el placer y la excitación.
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1 comentario:
Me acabo de correr leyendolo, poeta.
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