sábado, 14 de noviembre de 2009

Este manual es de lectura obligatoria para toda mujer que quiera dar placer a su chico. Chupar una polla a un hombre es uno de los más puros placeres en la vida. Es triste pensar que muchas mujeres no aprecian lo divertido que puede ser. La razón es que no saben cómo hacerlo correctamente y así no acaba por gustarles, porque si no lo haces correctamente, no conseguirás tu premio.

La polla no se endurecerá, el hombre no pasará un buen rato y la mujer sentirá el fallo como propio. Pero no hay que tener miedo, es muy fácil aprender a ser una fabulosa chupadora de pollas, y yo voy a deciros como. No tiene importancia el lugar que escojas, puede ser en casa, en la cama o aparcada en el Bulevar del Ocaso, pero busca todo el nivel de intimidad que necesites para sentirte relajada y cachonda.

Para el propósito de este artículo, digamos que estás en un sofá, con un hombre que te gusta y sabes que a él le apetecería una buena mamada en este momento (siempre les apetece). Deslízate en el suelo entre sus piernas y abre su bragueta. Busca y palpa su polla. Si está caliente para ti, ya estará dura. Si es nervioso, puede estar aún doblada en sus calzoncillos. Mantén agarrada su polla con la mano, sube a su cara y bésale. Observa si puedes sentir una respuesta abajo. Cualquier movimiento es una buen signo. Ahora sácale la polla y mira cómo está. Si está tiesa, lo estás haciendo bien, en otro caso, aquí está el que hacer: Sácale las pelotas. Si los pantalones están muy tirantes, bájalos.

Ahora sujeta sus pelotas en la mano izquierda y la polla en la derecha. Apriétala poco a poco hacia abajo en dirección a la base del mango y dispónte a chupar. Recorre tu lengua sobre tus labios para tenerlos listos y húmedos, y mira la cara de tu hombre. El quiere mirar como le chupas. A los hombres les gusta mirar. Ahora abre tu boca ligeramente para atormentar y excitar a tu hombre y acércate junto a su polla. Respira en él, sóplale con tu aliento caliente. Saca tu lengua de nuevo y tócale, atorméntalo. Asegurándote que tu lengua está goteante de humedad, comienza en la base de su mango y lame hacia arriba, lentamente. Gira tu cabeza de lado y simula morderle, suavemente colocando tus dientes en su carne. Humedécelo de nuevo con tu lengua y usa tu mano para esparcir el líquido alrededor si es necesario. Una polla húmeda se ve y suena más cachonda que una seca.

Tu izquierda entretanto estará tocando sus pelotas, quizás arañándolas ligeramente con tus uñas. Puedes también querer buscar debajo y detrás de las pelotas para encontrar ese área tan sensitiva justo antes del ano, o incluso pasar tus dedos sobre su agujero muy levemente. Ya que el músculo que causa la erección comienza ahí atrás, esto producirá una reacción en su polla. Después que hayas lamido su mango un montón de veces y está todo húmedo y duro, tu hombre comenzará a retorcerse con frustración si no comienzas a tomarlo en serio. Una rápida mirada a su cara te hará saber cuando estás llevando las cosas demasiado lejos. Atormentar es bueno... hasta un punto. Un poco de experiencia chupando pollas te enseñará cuándo se ha alcanzado este punto. En uno de tus balanceos hacia arriba con su lengua, desde la base de su mástil al borde de su capullo, no te detengas. Continúa tu larga, húmeda lamida sobre la punta de su polla, insistiendo en el agujero del centro. Mantén tu lengua en él, si puedes, pero no chupes su cabeza aún. Ahora recorre con tu lengua el borde de su capullo, por todo el contorno, haciendo frecuentes pases por la piel tierna encarada hacia tí. Aquí es donde la mayoría de los hombres son más sensibles.

¡Pero no todos los hombres! Hay una cosa que una buena chupadora de pollas tiene que aprender a hacer, tan pronto como estés cómoda, que es: Hacer preguntas. Cada hombre es único, y también su polla. Estruja el mango y mira si brota un líquido claro. Si lo hace, baña tu lengua en él y espárcelo. Se extenderá contigo y parecerá fantásticamente erótico a tu compañero. Ahora, muestra como te gusta la sustancia. Acércate a la cabeza de la polla como si fuese un helado de crema de chocolate y mete todo el capullo en tu boca caliente. Manténlo allí. Escúchale gemir. Ahora baja rápidamente y mete tanta polla como pueda caber dentro de tu boca. No temas, no te ahogarás. Si doblas tu cuello de la manera correcta, puedes meterla limpiamente en tu garganta. Permanece así, con la polla dentro de tu boca, durante un momento. Siéntela dentro tuyo. Esto puede ser al menos tan exquisito como tenerla en tu conejito. Crece en tí. En este momento puedes hacer varias cosas. Esta es una de ellas: Deslízala hacia atrás hasta el extremo de la polla y chasquea tu lengua contra ella. Tu hombre tendrá un hormigueo ahora, queriendo profundizar más en tu garganta. Pero no le dejes imponerse. Si lo hiciera, se iría en

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